domingo, 6 de septiembre de 2015

Dislalias y lectura


A partir del nacimiento, los seres humanos son capaces de llegar a discriminar y categorizar los sonidos de cualquier lengua, aunque a medida que maduran se especializan en el idioma que oyen a su alrededor y se pierde la habilidad para categorizar los sonidos de todos los demás. De hecho, un bebé a los 6 meses ya reconoce y categoriza todas las vocales de su idioma y a los 11 meses es capaz de hacerlo con las consonantes. Esto quiere decir que un bebé chino de 12 meses si escucha una /a/,  figuradamente la metería en una caja mental etiquetada como /a/, es decir, la habría categorizado como una /a/, pero si escucha una / ɾ / -que no existe en su idioma- la podría archivar “etiquetada” como una /l/, como una /g/ o como cualquier otro sonido que le resulte “parecido”  perteneciente a su idioma (Para una revisión véase Peña, 2005).

Todos sabemos que los niños cuando comienzan a hablar no lo hacen como adultos, durante algún tiempo hablan haciendo uso de una “lengua de trapo” –con imperfección articulatoria- que a los abuelos les resulta muy graciosa, pero por muy simpático que sea, no hay que reforzar esta forma de habla, ya que si se sigue prolongando más tiempo del normal se convertirán en dislalias o trastornos fonológicos. Durante el desarrollo los niños hablan “mal”, esto es parte del desarrollo fonológico normal y  son las denominadas dislalias evolutivas, que se subsanarán por si solas con el paso del tiempo, pero  en caso de que no lo hagan y no tengan ninguna causa física o mental se les denominará dislalias funcionales; estás deben de ser corregidas por un especialista. Usted se preguntará ¿Pero alguna causa ha de existir? Evidentemente. Pero como la logopedia no sabe exactamente cuál es, se piensa que se trata de alguna función que está mínimamente alterada y por eso se las denominan “funcionales”.

No hay los suficientes estudios que acrediten si esta evolución es igual para todos los niños, si depende de los idiomas, países o circunstancias sociales y culturales de la familia.  Tampoco conocemos con certeza su prevalencia o los porcentajes de afectados por trastornos fonológicos funcionales en la población infantil. En una revisión llevada a cabo por Law, Boyle, Harris, Harkness, y Nye (2000) para el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido determinaron que en su país la prevalencia de los trastornos de habla expresiva fluctuaba del 2% al 25% en los niños de 5 a 7 años. Por lo que respecta al español, en una muestra de  440 escolares de 5 a 8 años en Cuenca (Ecuador),  Abril y Loja (2011) observaron un 8,4 % de trastornos fonológicos, aunque estas cifras pueden variar dependiendo de los países y, por ejemplo, se incrementan con el bilingüismo (Pascual, 1988).

Las cifras reales de los trastornos fonológicos funcionales en la población infantil española son desconocidas; no existe una sola comunidad autónoma que posea datos oficiales sobre la prevalencia de este trastorno, aunque se destinan millones de euros a su corrección a través del sistema educativo obligatorio, algo que realizan los maestros especialistas en  Audición y Lenguaje. (Esto debería de abrir un debate sobre la necedad de las administraciones en el seguimiento del dinero que deberían administrar, y en las comunidades bilingües sobre el poco caso real que hacen al patrimonio lingüístico que han de fomentar)

Si todos los niños hablan mal mientras se desarrollan y aprenden  su idioma (dislalias evolutivas), pero hay algunos que hablan mal sin que les “pase nada”, sin que la causa sea el crecimiento (dislalias funcionales) y esto hay que corregirlo; entonces usted se ha preguntado algo evidente ¿Cómo se sabe lo que es propio de la evolución y lo que no? ¿Este niño habla mal o es normal hablar así para su edad? Cuando usted se pregunta si la altura de un niño se adecúa a su edad, lo lleva al pediatra, se le mide y se consulta con unas tablas normativas, esto nos dice si el niño está dentro de lo esperado. Con el habla sucede lo mismo, se consultan tablas para saber si la pronunciación de un niño es normal. La más utilizada en España es la de Bosch (1983), está realizada con un total de 293 niños en 1982. ¿Esos 293 muchachos de hace más de tres décadas son los que marcan la normativa del desarrollo fonológico en España? Sí, así es,  y hay que dar gracias que a la Dra. Bosch se le ocurrió hacer esa tesis, porque fue una iniciativa personal y no institucional.


Resumiendo, como la lectura requiere la conversión de letras a fonemas, se ha de saber cómo habla el niño, cómo es su registro fonológico. Antes de aprender a leer los niños discriminan y categorizan los sonidos de su idioma y los dicen correctamente. Sin embargo, hay un porcentaje variable que tiene trastornos de pronunciación más allá de lo normal para su edad. Antes de relacionar las grafías con los fonemas, hay que asegurarse de que el niño reconoce auditivamente los fonemas con los que se trabajará. En caso de dudas se ha de consultar a un especialista, ya que las alteraciones fonológicas tendrán repercusiones en la lectura y la escritura, Marín (2014) en una estudio con 38 niños, apunta una correlación de -0,715, es decir aproximadamente en un 71,5 por ciento de los niños con dislalias existen problemas con la lectura inicial.

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Referencias (se pueden encontrar todas en internet, excepto una)


Abril, V. A., & Loja, C. J. (2011). Evaluación e intervención logopédica de dislalias funcionales en niños y niñas de primero a tercer año de educación básica. Universidad de Cuenca, Ecuador.

Bosch, L. (1983). El desarrollo fonológico infantil: una prueba para su evaluación. Anuario de Psicología, 1(28), 87–114.

Law, J., Boyle, J., Harris, F., Harkness, A., & Nye, C. (2000). The feasibility of universal screening for primary speech and language delay: findings from a systematic review of the literature. International Journal of Language & Communication Disorders, 35(2), 165–188.

Marín, A. M. (2014). Relación entre discriminación auditiva, umbral diferencial tonal y dislalias en un grupo de alumnos de Educación Infantil y Primaria. Universidad Internacional de la Rioja.

Pascual, P. (1988). La dislalia naturaleza, diagnóstico y rehabilitación. Madrid: CEPE.

Peña, M. (2005). Habilidades lingüísticas de los niños menores de un año. Revista de Neurología, 41(5), 291–298.


¿Cómo citar esta entrada?


Marín-Palomar, A.M., (2015).Dislalias y lectura. En Blog La lectura y su aprendizaje. Blogger. Palma de Mallorca  (Acceso: dia/mes/año, puede consultarse en http://lalecturaysuaprendizaje.blogspot.com.es/)


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