Anteriormente se ha comentado que el kinestema tiene en cuenta la entrada de
información visual, auditiva, háptica (táctil) y cinestésica. Actualmente
sabemos que el mayor problema que tienen los niños con dislexia es conseguir
integrar, con la velocidad adecuada, la información visual con la auditiva, ya
que, al menos al principio, leer es convertir un tipo de información visual
(las letras) en sonidos (palabras habladas). Si la información llega por más de
una vía y no solo la visual, resultará más fácil conectar la información visual
de las letras con el significado que contienen.
Las características acústicas de una palabra
dependen del hablante y de las condiciones físicas del momento (de su voz, de
su forma de hablar, de la sala, etc.); desde la perspectiva de la física
acústica no es lo mismo «abuela» cuando lo dice Caperucita Roja que cuando lo
dice el lobo feroz; ni suena igual la palabra cuando la dice Caperucita
contenta o asustada, ni se escucha del mismo modo gritándola por el campo o
susurrándola en la cama. Esto es así porque no es el mismo material sonoro,
aunque semánticamente tenga el mismo significado, del mismo modo que no es
igual escribir una palabra con un tipo de letra u otro, aunque todas se
escriban con tinta y tengan el mismo significado.
Resulta muy difícil que una misma palabra suene
exactamente igual siempre. Sin embargo, no nos damos cuenta de ello, ya que
casi siempre entendemos sin problemas. Según el Modelo de
Percepción de Lógica Difusa (Massaro, 1988), esto sucede porque
independientemente de la forma acústica de la palabra, nuestro cerebro usa
varios sentidos para entenderla. Usted se habrá dado cuenta de que si está
hablando, pongamos por ejemplo en un bar ruidoso, mira a la cara de su interlocutor
para «oírle mejor»; esto sucede porque la información que no capta su oído es,
en este caso, complementada por la vista; algo que representa perfectamente la
utilidad del kinestema.
¿Cómo es la realización práctica de un kinestema?
Para poder enseñar a alguien hay que conocer lo que se va a enseñar, aunque
parezca obvio, esto no siempre es así. Si usted quiere enseñar a un niño a usar
las sensaciones de su cuerpo para leer, en primer lugar, usted tiene que sentir
su propio cuerpo: conocerlo. Si usted no conoce sus sensaciones no podrá
transmitirlas. No vamos a enseñar información teórica, sino vivencial.
Hagamos un kinestema. Como primer ejercicio,
imagínese que quiere transmitir el fonema /a/ solo con su cuerpo (los fonemas,
que son los sonidos mínimos del lenguaje, se representan entre barras). ¿Cómo
lo haría? Simplemente tiene que decir /a/ ¿Trampa? No, no le he puesto ninguna
trampa. Pero no tenemos que obviar lo que es evidente, tenemos que usar todos
los recursos, y lo obvio... también es un recurso, de tal forma que hemos
transmitido el fonema por la vía auditiva. ¿Es lo mismo un kinestema que decir
un fonema? No, decir un fonema no es lo mismo.
En segundo lugar,
piense que tiene que transmitir el mismo sonido /a/, pero a una persona que es
sorda. Solo puede usar su cuerpo y no puede escribir, ya que nuestro sujeto
todavía no ha aprendido a leer. ¿De qué modo lo hará esta vez? Una buena idea
sería que usted se fijase en cómo se abre la boca para decir /a/ (le sugiero
que piense en Tarzán). Tanto es así que una solución sería mirar al niño y
abrir la boca, abrirla lo suficiente –como hace el rey de los monos– para que
el niño se dé cuenta de que es la vocal más abierta de nuestro idioma; así ha
transmitido una de las características del sonido /a/ a través de la imagen,
por la vía visual, para que un niño hipoacúsico pueda entenderlo. Con un poco
de práctica se dará cuenta de que no tiene que exagerar tanto las posiciones de
la boca, ya que pueden deformar los fonemas que pronuncie.
En este tercer paso vamos a poner las cosas más
difíciles. Tiene que retransmitir a un niño sordo y ciego el fonema /a/. Hasta
ahora hemos usado el oído y la vista, son los sentidos que se usan
habitualmente para aprender a leer, pero podemos hacerlo sin ellos. Recuerden la
película «El milagro de Anna Sullivan» («The Miracle Worker») en
la que Sullivan enseña, entre otras cosas, a leer a su alumna sordo-ciega Helen
Keller. Para conseguir esto, previamente hemos instruido al niño en que la
apertura de nuestra boca va a venir representada por la apertura del movimiento
que se haga con las manos. Colocamos al niño de pie, debe tener los brazos
rectos y levantados por encima de la cabeza; mientras baja los brazos irá
describiendo con ambos una circunferencia, como la que presenta el códice de
Leonardo da Vinci «El hombre de Vitruvio». En este caso hemos utilizado la
cinestesia para transmitir el fonema /a/.
En cuarto lugar, hagamos el más difícil todavía,
para ello imaginemos que no podemos utilizar las vías auditivas, visuales ni
cinestésicas para que el niño capte el sonido /a/. Solo existe una vía de
entrada que es la táctil. El niño tiene que sentir la vibración del sonido en
el pecho, para ello debe apoyar la mano con suavidad; también podemos hacer que
note con la otra mano la apertura de nuestra boca. De este modo sabrá
táctilmente que es el fonema /a/.
Después de lo que se ha descrito, definiremos el
kinestema como la suma de los cuatro pasos anteriores. El kinestema está
formado por la información auditiva del primer paso, la visual del segundo, la
cinestésica del tercero y la háptica del cuarto. Todo ello conjunta e
indivisiblemente forma el kinestema.